5/17/2015

patti smith, aún viva!


Es el verano de 2010. Patti Smith vomita palabras sobre el escenario. Enjuta, desgarbada, extemporánea, la ropa suelta le da una apariencia fantasmal. Habla sin parar, en inglés, ante un auditorio que mayoritariamente no entiende lo que dice. 

Pero todos prestan atención hipnotizados por la hermosa cadencia de su entonación. Su voz es bella no solo cuando canta. El tono es salmódico y un tanto solemne, como de alguien que reza. Evoca a Jim Carroll, el poeta beatnik moderadamente yonki y chapero al que había conocido en su etapa iniciática de la universidad del Hotel Chelsia de Nueva York, cuando estaba a punto de perder la inocencia junto a toda una generación. 

Hace menos de un año que Carroll ha muerto de un ataque al corazón. Y evoca también, como ha hecho durante todo el recital, a su hermano Todd, a su marido Fred y a Robert Mapplethorpe, con quien estaba fundida por una relación que superaba todos los límites socialmente establecidos. Su pareja de años, su amigo perpetuo e incondicional, y la persona con la que compartió la búsqueda de un camino artístico, que él encontró en una polaroid y ella en una vieja guitarra restaurada.

Está a punto de cantar “People who died”, un rock and roll acelerado, un poema que Carroll concibió como un punk rock que interpretaba con su banda. “Teddy, colocado de pegamento cuando tenía 12 años / se cayó de un tejado en la 29 Este. / Cathy tenía 11 cuando se metió / 29 barbitúricos y una botella de vino. / Bobby cogió leucemia, 14 años. / Parecía que tenía 65 cuando murió. / Era mi amigo. / Son las personas que han muerto, que han muerto. / Todos ellos eran mis amigos y han muerto”. (People who died. Jim Carroll. Catholic Boy. 1980. Patti Smith. Tripitina’s Uptown. 2010).

Esa mujer sobre el escenario es la superviviente de una generación representada en un grupo de artistas, colgados y reinonas que se sentaban en torno a una mesa redonda en la zona VIP del club Max de Nueva York, donde brillaba Andy Warhol. “Ninguna de las personas que frecuentaban la zona VIP iba a morir en Vietnam, pero pocas de ellas sobrevivirían a las crueles plagas de su generación”, recuerda Patti Smith en Éramos unos niños (Lumen. 2010).

Una generación empeñada en vivir el momento. A finales de la década de los 60 y principios de los años 70, cuando “Carpe Diem...” era el lema hedonista de miles de jóvenes, a los pies de un crucifijo en la habitación de Patti Smith se podía leer el final de la frase: “...Memento Mori”. Recuerda que tienes que morir. Era el tránsito de la luz a la oscuridad, de los colores del arco iris al cuero negro, de la ilusión a la decepción, del verano del amor al asesinato de Altamont durante el concierto de los Stones y la masacre de Charles Manson.

Ahora, con el paso del tiempo, Patti Smith se recuerda a sí misma como una niña cuando llegó a Nueva York durante aquella convulsa transición. Pero formaba más bien parte de quienes aportaron coherencia a aquella época, un discurso y un compromiso que confrontar a vacuidad y frivolización que lo amenazaban todo. Por otra parte, la vacuidad y frivolización que acabaron imponiéndose.

No era una niña porque había sentido el dolor de la vida y de la muerte y había sido consciente de ello. Había parido a una criatura sin padre un día que, según recuerda, era el aniversario del bombardeo de Gernika. Y había entregado a aquel niño a un matrimonio para que lo criara.

¿Y la muerte? La primera canción que Patti Smith escribió empezaba: “La muerte se arrastra por el pasillo vestida de mujer. / La muerte viene por la carretera vestida con sus mejores galas. / La muerte viene, no puedo hacer nada. / La muerte se va, pero algo debe de haber que permanezca. / Un fuego de origen desconocido se llevó mi amor”. Fire of uknown origin daría título a un álbum de 1981 de Blue Öyster Cult, la banda en la que tocaba los teclados Allen Lanier, que fue pareja de Patti.

Como en el poema de Carroll, la omnipresencia de la muerte en la vida y la obra de Patti Smith permite seguir la pista de su evolución como artista a través de todas aquellas personas que fue dejando atrás, para siempre, sin que ella pudiera hacer nada. Eso será, tal vez, lo que “debe de haber que permanezca”.


Tomate del pasamanos !!

No hay comentarios.: