2/28/2015

moldes es "un suceso entre muchos.."

Leemos:

Un fiscal de “armas” tomar



Había una vez una servilleta. En ella, cuenta la leyenda que popularizó Domingo Cavallo, había nombres escritos, nombres de jueces: jueces federales que, de acuerdo con la misma historia, respondían al entonces ministro del Interior Carlos Corach. A partir de esta historia que pasará a la “Historia”, la imagen de los magistrados del fuero político nunca volvió a ser la misma, aún cuando las generalizaciones sean injustas.

Por Lino J. Morales

... Fue cuando apareció en escena una súper-estrella internacional, y no estamos hablando de cine, sino del mundo del tráfico ilegal de sustancias non sanctas y armas y hasta de terrorismo internacional, Monzer Al Kassar. 

Radicado en circunstancias poco claras en esta tierra en 1990, no tardó en estallar un escándalo a varias bandas -desde España a Estados Unidos y Europa, pasando por Medio Oriente y, por supuesto, nuestro país, con epicentro en el gobierno de la época-, cuando se confirmó que, en tiempo récord y mientras lo buscaban por varios ilícitos organismos policiales y judiciales en todo el planeta, Al Kassar había conseguido, en abril del 92´, un pasaporte made in Argentina.

Pero, ¿qué podían achacarle a Moldes, apenas un funcionario de segundo nivel de la administración de Carlos Menem? ¿Que, como secretario de Población, era jefe directo del responsable del director Nacional de Migraciones, Gustavo Druetta?El problema comenzó a afectar a Moldes una vez que este subalterno amenazó con hablar: cuentan las crónicas de la época (19 de mayo de 1992) que Druetta, al tanto de que su cabeza estaba a punto de rodar, fue a denunciar ante el propio Presidente que existía una “industria de la radicación”.

En palabras menos elegantes que las que trascendieron en los diarios de mayor circulación: según el ex funcionario funcionaba en Migraciones una aparente mafia que otorgaría radicaciones a inmigrantes de origen asiático a cambio de costos que oscilaban de 3.000 a 5.000 dólares, y que el jefe de esa supuesta ONG ilegal sería, -esto no podemos corroborarlo, y mucho menos reproducirlo-, German Moldes. Muy ofendido por tamaña afrenta, Moldes respondió con una querella que hubiéramos suscripto con gusto. De acuerdo con el diario La Nación, las diferencias llevaron a que ambos, Druetta y Moldes, estuvieran a punto de tomarse a golpes de puño en la Casa Rosada, después de que el primero acusara al segundo de la “venta de pasaportes y DNI”, que iban desde esos cientos de anónimos orientales al famosísimo MAK. Mientras proliferaban en la prensa extranjera noticias con las andanzas presentes y pasadas de Monzer Al Kassar, y Ramón Puentes, otro personaje de dudosa moral, era juzgado por presunto lavado de dinero, con otro documento de identidad argentino en sus manos. 

El Cronista, diario que entonces gerenciaba Eduardo Eurnekián, pedía, directamente, la renuncia de Manzano, sin reparar en Moldes. El 27 de mayo también el diario de los Mitre-Saguier conjeturaba -no sin fundamento (no hablamos de responsabilidad sino de los dichos injuriantes de Druetta cuya testa, al final, fue la única que cayó en la canasta al pie de la guillotina de esos días)- sobre la eyección del mismo Moldes de la cartera de Interior.Unos días más tarde, un compungido pero valeroso Germán Moldes declaraba al mismo matutino que el de Al Kassar y su pasaporte nacional era un “suceso entre muchos” de “un grupo de delincuentes internacionales que han elegido la Argentina como uno de sus múltiples centros de operaciones ilegales”.

El 30 de mayo, por enésima vez, la prensa se ocupaba de Moldes y de su continuidad laboral en el Estado. En una reseña de La Nación, se apuntaba que León Carlos Arslanián, entonces ministro de Justicia, “negó que hubiera pedido la renuncia de Moldes”, en plena reunión de gabinete delante de Menem, claro.

La pelota informativa pasó al plano internacional de nuevo en las primeras jornadas de junio del 92´: detuvieron en Madrid a Monzer Al Kassar, bajo las acusaciones de tráfico de armas y vínculos con el terrorismo, entre otros cargos. Moldes, -se estaba haciendo justicia-, salía del foco noticioso y del escándalo.A 8 años de aquellos acontecimientos, volvió a hablarse del tema, aunque sólo en un libro de escasa circulación pero de sugerente título: “La delgada línea blanca: narcoterrorismo en Chile y Argentina”, escrito por los periodistas Juan Gasparini y Rodrigo de Castro, y publicado en 2000.

Allí se narra la presunta desaparición de la carpeta con informes sobre Al Kassar, ocurrida en los órganos de seguridad argentinos, circunstancia en la cual involucra, entre otros funcionarios, al propio Moldes. Marche otra querella, por favor, para defender el buen nombre del ex secretario y ahora fiscal de la Nación. Más paradojas (en boca de malpensados)

Otros colegas, Jorge Lanata y Joe Goldman, retomaron la pista Druetta en “Cortinas de Humo, una investigación independiente sobre los atentados contra la embajada de Israel y la AMIA” y realizaron el siguiente análisis: “La propia Dirección de Migraciones confirmó recientemente, ante el pedido de un particular, la inexistencia de base de datos alguna desde 1989, fecha en que el sistema integrado se desmontó.   El sugestivo elemento de juicio referido a ese tema que el entonces ministro Manzano y el secretario de Población Germán Moldes obviaron no era, sin embargo, un dato menor: Monzer Al Kassar se encontraba en Buenos Aires. Tiempo después, serán precisamente Manzano y Moldes -quien luego se convertiría en fiscal especial para “investigar” el atentado contra la AMIA, por sugerencia de Hugo Anzorreguy- los encargados de que Al Kassar, ciudadano argentino, saliera subrepticiamente del país, como denunció ante la justicia el ex Director de Migraciones, Gustavo Druetta”. 

¿Cómo se les ocurre sugerir que el paso de Moldes del Poder Ejecutivo al Judicial puede dar lugar a estos malos entendidos? ¿No enumeramos al comienzo del artículo los sobrados méritos de Moldes para ocupar un puesto clave en Tribunales, y no precisamente porque esté casado con la defensora oficial en el fuero civil y comercial, Indiana Pena Zagasta?

En ceremonia secreta -nunca le gustó la figuración, ya se dijo-, Moldes juró como fiscal federal el 23 de mayo de 1995. En veloz cursus honorum, desde 1992, cuando emigró de la secretaría de Población, había efectuado escalas como titular del ministerio público ante un tribunal oral en lo penal económico y luego ante la Cámara del Crimen.

A pesar de que la tradición indica que a la asunción del fiscal ante la Cámara Federal asisten jueces y muchas personalidades, el procurador de la época, Angel Agüero Iturbe, le tomó el sí frente a unos íntimos. ¿No querían testigos?Puede que movidos por algunos injustos pasajes que evocamos en esta reseña, los miembros de la Asociación de Abogados de Buenos Aires (AABA) calificaron de “grave” el desembarco de Germán Moldes en la fiscalía federal. ¿Por qué lo habrán dicho? Hoy, en plena era “K”, puede decirse, que Moldes, desde su despacho en Comodoro Py, es un adalid de la lucha por los derechos humanos -tuvo activa participación en el juicio y castigo a represores de la década del 70´-, y un ariete inclaudicable contra la corrupción: promovió procesamientos por las supuestas coimas en el Senado por la ley laboral, entre otros casos resonantes. 

No le tocó investigar, eso sí, la supuesta “mafia de los DNI” que había denunciado Druetta. Estamos seguros de que, en ese caso, no le hubiera temblado el pulso para embestir contra la corrupción ajena. Monzer Al Kassar debe recordarlo con cariño: al final, los dos terminaron en Tribunales, tal cual cualquier argentino bien informado hubiera conjeturado en aquellos agitados días de 1992. 

Esta historia, y no es poco el mérito de Germán Moldes, tiene, por ahora, final feliz.

No hay comentarios.: