11/24/2014

el kirchnerismo debe abandonar la agenda de la demanda como plantean la opo y el sciolismo? el problema es el salario?




Por Fernanda Vallejos

Hay una discusión desde hace algún tiempo sobre si de la crisis se sale con medidas tendientes a incrementar la productividad y la oferta o si concretamente es que hay una deficiencia de demanda a escala internacional. Probablemente esas visiones contrapuestas se expresen en el debate con los presidentes en el G-20”, había adelantado el ministro Kicillof desde Brisbane, donde se realizó la cumbre del G-20. Efectivamente el texto final del documento incorporó la controversia al expresar: “La economía global está siendo frenada por el déficit de demanda, mientras que abordar las restricciones a la oferta es clave para aumentar el crecimiento potencial”. 

La discusión no es nueva y, de hecho, suele estar en el corazón de la divisoria que separa a la ortodoxia neoliberal de la heterodoxia económica. No es casual que sea precisamente Europa quien ofrece las mayores resistencias a las políticas que promueven estímulos a la demanda ya que, conducida por la troika BCE, FMI y CEE, sostiene, fiel al credo neoliberal-conservador, que la solución pasa por lo que eufemísticamente denominan “la consolidación fiscal”, que no es otra cosa que el ajuste permanente sobre el gasto público social y la inversión pública, así como sobre el consumo de la población, pero ellos sostienen que esas medidas que vienen ensayando sistemáticamente sin más resultados que la destrucción del sistema de protección social, la recesión y expansión de la desocupación, regeneraría la “confianza” para atraer inversiones.

Los argentinos conocemos de sobra ese recetario, lo padecimos con crudeza durante el periodo que va de 1976 a 2003. Hoy lo sufren los europeos que acumulan seis años de recesión y desocupación de dos dígitos, en algunos casos por encima del 20% y especialmente los más jóvenes que, en algunos países, son afectados por una tasa de desempleo que supera el 50 por ciento.

Es un debate interesante y enriquecedor, también para nosotros los argentinos, no ya por motivaciones históricas, vinculadas a las políticas pre-kirchneristas sino por su tremenda actualidad en tanto el conjunto de economistas que asesoran a los referentes de la oposición a derecha y (supuesta) izquierda del oficialismo comparten el diagnóstico de que existe exceso de demanda en la economía, un pecado que adosan al Gobierno por expandir el gasto con el que se han reparado derechos de los más vulnerables que la oposición generalmente engloba en la categoría de “vagos” y la inversión pública que, a pesar a los exitosos resultados expuestos en el lanzamiento del Arsat-1 o la puesta en funcionamiento del reactor nuclear de Atucha II, es considerada ociosa por el ideario liberal que cree que el Estado sólo debería abocarse a funciones mínimas como una educación y salud apenas suficiente para atender las necesidades de los más pobres que no pueden costear servicios privados y, por supuesto, eso sí, la seguridad (no de las personas sino de los bienes y las propiedades sobre todo de los sectores más aventajados de la pirámide distributiva con mayor capacidad de acumular riqueza).

Al igual que la troika europea la economía liberal antikirchnerista propone reducir al Estado a su mínima expresión, cosa que se cristaliza en las propuestas comunes de desfinanciamiento del mismo, mediante la eliminación de retenciones a la renta extraordinaria del sector agroexportador y del impuesto a las ganancias, uno de los más progresivos del sistema por tratarse de un tributo que grava a aquellas personas de más altos ingresos, incluido el 10% de trabajadores en relación de dependencia que se encuentran en la cima de la pirámide salarial o al 1% de jubilados con haberes de privilegio.

Por el contrario, el kirchnerismo ha ejercido una defensa –tanto en el plano simbólico de la batalla cultural-económica, como práctica desde el ejercicio de la gestión de la política económica– de la visión heterodoxa, sobre la cual ha estructurado la base de su programa de reindustrialización nacional en la inteligencia de que ese es el camino que conduce a la inclusión plena de los argentinos a través del empleo. Esto implica, desde el vamos, el abandono de los supuestos neoliberales que sostienen el denominado “desempleo natural” que lleva a economistas como Miguel Bein en el reciente coloquio de IDEA a llamar a “abandonar la agenda de la demanda” sosteniendo que “estamos en pleno empleo”, cuando, como informó el Indec días pasados, la tasa de desocupación se ubica en 7,5% en el tercer trimestre de 2014, unas 7 décimas por encima del registro de igual trimestre de 2013. 

Esto pone al desnudo cómo, mientras se hace una utilización política de las cifras (amén de un análisis literalmente falaz sobre las mismas) para criticar al Gobierno, es este el único que tiene la cuestión del pleno empleo como prioridad de política económica. Valga resaltar que fue gracias al conjunto de políticas contracíclicas implementadas por el Gobierno durante el año que no se produjo destrucción de empleo en la economía, por el contrario, se crearon 24 mil nuevos empleos (insuficientes para absorber la totalidad de argentinos que se incorporaron a la Población Económicamente Activa), pese al mal desempeño del comercio internacional y de nuestros socios comerciales, golpeando sobre nuestras exportaciones, y al impacto de la devaluación de enero que promovieron y promueven los que, mientras denuestan las políticas anticíclicas, consideran que es necesario ajustar el tipo de cambio para licuar los salarios de los argentinos que ven como un problema para la “competitividad” de la economía y no como el combustible fundamental de la demanda que sostiene el mercado interno, determinante para la inversión y la producción nacional.

En efecto son los mismos personajes que protagonizaron las políticas que durante los ’90 nos condujeron al trágico saldo de casi 25% de desocupación a la salida de la convertibilidad, los detractores del Gobierno que se ocupó de desplegar las acciones necesarias para reducir ese flagelo hasta el actual 7,5%. Los mismos personajes proponen, además, las mismas recetas. Y, se deduce, obtendrían, en caso de acceder al Ejecutivo, los mismos resultados. 

En este sentido, las encuestas conocidas en las últimas semanas que otorgan a Cristina Kirchner una aprobación por parte de los argentinos de alrededor del 50%, proyectando al candidato de la Presidenta como ganador en primera vuelta en las elecciones de 2015, parecen indicar la comprensión por parte de la sociedad argentina de las implicancias de las prescripciones de política emanadas de la oposición, así como el rechazo mayoritario a un nuevo sometimiento a las mismas, tanto como las contradicciones flagrantes de la retórica opositora, encabezada por Clarín.

En una nota del lunes último, firmada por Ismael Bermúdez, se sostenía que el salario promedio de 2001 era, en términos reales, más alto que el actual. El planteo devela la concepción del país para pocos que el neoliberalismo anhela restaurar. Es que en aquel momento el salario registrado privado promedió los 880 pesos. Para el 36% de los trabajadores esto implicaba un poder adquisitivo importante, a pesar de que algunos gastos (como las tarifas de luz, agua y gas) pesaban mucho más en el salario. Pero no era así para el resto, los casi 3 millones de argentinos desocupados. Tampoco, para el casi 40% de los asalariados que no tenían un empleo formal. 

Los 553 kilos de pan que se podían comprar con un salario registrado, no los podía comprar el 12,2% de la población por debajo de la línea de la indigencia ni el 35,4% por debajo de la línea de la pobreza, como consecuencia del modelo neoliberal que había empezado a gestarse mucho tiempo antes, con una tasa de desempleo que desde 1994 no bajaba de los dos dígitos, donde ni siquiera el sector informal alcanzó a ser refugio de los trabajadores desplazados de las empresas privatizadas, del cierre de las industrias y de las pequeñas y medianas empresas. En aquellos años, además, quienes no accedían a un empleo formal carecían de un sistema de protección social que resguardase sus derechos. Carecían, de alguna manera, de ciudadanía. 

No existía la Asignación Universal por Hijo o el Progresar y un 35% de los argentinos en edad de jubilarse no accedían a una jubilación, contra el 95% de cobertura previsional actual, camino a la universalización con la nueva moratoria previsional. Por su parte, los haberes de los 3,5 millones de jubilados que los percibían habían quedado completamente retrasados, con jubilaciones mínimas congeladas en 150 pesos, muy por debajo de la capacidad adquisitiva de los 3.300 pesos actuales. 

Para los pocos trabajadores que aún disfrutaban de un empleo formal las negociaciones colectivas por rama habían sido desactivadas, con un promedio de 200 negociaciones colectivas anuales durante la década, que cayeron a 150 en 2001, contra las más de 1.600 negociaciones en 2013, que permiten que las mejoras salariales lleguen a los 6,5 millones de trabajadores de las empresas privadas. La mayoría de aquellas negociaciones de los ’90 no se realizaban para mejorar salarios, sino para avanzar en la flexibilización laboral. La desigualdad que esto traía aparejada entre los trabajadores implicaba que el salario promedio de los principales 21 convenios colectivos se situara en 500 pesos, un poco más del 50% de los 880 pesos que constituían el promedio salarial efectivamente pagado. 

De cualquier forma, el salario promedio de los trabajadores registrados fue el último bastión que sobrevivió a los ’90. Pero el modelo neoliberal se encargó de derribarlo también, tras la megadevaluación. En 2002, los 1.725 kilos de harina que un salario registrado podía comprar se transformaron en 649 (un 62% menos). Los 1.492 kilos de azúcar se transformaron en menos de la mitad y ya sólo podían comprarse 714 kilos. El poder de compra en términos de naranjas cayó un 21,3% y en términos de queso, un 41,8%. En contraste con el casi 25% de desocupación que construyó el neoliberalismo, y una estructura salarial absolutamente desigual, el poder de compra del salario en 2014 no sólo es alto: es para todos y todas. Esto es acaso la muestra más cabal de los dos proyectos que país que se contraponen desde 2003 en la Argentina, como a lo largo de la historia y sobre los que deberemos decidir los argentinos el año próximo. 

Se trata, en términos económicos, de si volvemos a los diagnósticos que convierten a muchos de nosotros en “exceso de demanda” o si sostenemos, no sin dificultades, el camino emprendido hacia el desarrollo, apuntalando la demanda efectiva, con un Estado fuerte, persiguiendo el pleno empleo, la inclusión, el crecimiento con redistribución. Con salarios e ingresos más altos, sí, pero con todos los trabajadores y los argentinos adentro. Que es la única manera en la que deben cerrar los números en un país más justo.


Nota Relacionada

para una crítica de la neo heterodoxia

La Motonauticidad en cuestión ¿Kirchenrismo o Sciolismo?

Artemio López
Fernanda Vallejos (*)

Ahora que va quedando claro para propios y extraños que Cristina Kirchner tiene más de 45% de popularidad y que de presentarse a elecciones ganaría una vez más (!) en primera vuelta frente a una oposición otra vez derrotada política, electoral y conceptualmente, es pertinente discutir acerca de las candidaturas del FPV.

Vale el cambio amable de opiniones, estimados lectores. Después de todo se trata de una discusión de dimensión nacional ya que es el oficialismo la fuerza que se encamina repetir el sendero triunfante del PSUV en Venezuela o el PT en Brasil y concretar sus 16 años ininterrumpidos de gestión. Impecable gestión por otra parte, no?

Diremos entones que según lo vemos, el kirchnerismo es un encuadramiento de las fuerzas populares vertebrado en torno a pobres de toda pobreza, sectores medios empobrecidos, minorías diversas, cuentapropistas, la clase trabajadora formal e informalizada, pequeños y medianos empresarios y comerciantes, pero no está investido de ninguna calidad extraterrenal que le confiera vigencia perenne; no posee otros valores que los que él mismo va acreditando con sus acciones, su gestión.



1 comentario:

horacio dijo...

Hola, les invito a leer mi propuesta para controlar la inflación: http://oraxio.wordpress.com/2014/11/17/posdata-moneda-precios-y-fondos-buitres/
Y también sobre la "inseguridad":
http://oraxio.wordpress.com/2014/10/20/la-inseguridad-es-lo-que-menos-mata/