9/14/2014

in crescendo




La posibilidad cierta de que el proyecto político iniciado en 2003 devenga irreversible constituyó, y constituye, el núcleo de la mayor preocupación de los poderes facticos internos y externos. Consecuentemente, la pretensión de desgastar la legitimidad del mandato popular y el capital político del gobierno nacional, afloró desde el primer día posterior a la re-elección de Cristina Kirchner. Las elecciones de 2013 pueden colocar al oficialismo en una situación de crecimiento de su fuerza parlamentaria que le permitiría consolidar institucionalmente sus políticas, y despejar el horizonte hacia el 2015.

Ante la falta de expresiones partidarias que los representen, los actores del mercado se ven obligados a jugar en la arena política articulando una oposición devenida en corporativa y mediática, a la que se suman dócilmente, desde sus partidos jibarizados, desgastados dirigentes y aspirantes a serlo.

Mientras tanto el gobierno nacional, poniendo eje en la gestión, enfrenta los coletazos de la crisis global, logrando sostener contra viento y marea el crecimiento y la tasa de empleo. En el transcurso del primer semestre, el superávit acumulado de la balanza comercial alcanzó los 7.500 millones de dólares, la proyección para todo el año se acercaría a los 12.000 millones, casi un 40% más que lo estimado en el presupuesto nacional. De esta manera se ha revertido lo que aparecía como una amenaza asociada a la caída del comercio internacional y la salida de divisas acentuada por la necesidad de importación de combustibles, vitales para sostener la tasa de crecimiento prevista. En la cuestión cambiaría, siguen vigentes las presiones devaluatorias, que habían comenzado ya a mediados del año pasado, cuando bancos privados, entre ellos el City, alentaban a sus clientes a tomar créditos en pesos para comprar dólares, estimulando de esta manera la fuga de capitales...

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