Julio Burdman en el artículo que publicamos, despliega el mayor esfuerzo conceptual conocido de buscar espacios de unificación opositora en base a datos sistematizados, para así darle encarnadura a un sujeto político - electoral que , frente a la fragmentación opositora realmente existente, pudiera competir eficazmente con la que aún con dificultades, emerge como notable mayoría nacional con similares niveles de voto que en el año 2009: el FPV.
Da vida conceptual Burdman en este ensayo a la categoría "Peronismo no K" , una tradicional categoría de análisis frecuentada por analistas de centro derecha, hasta ahora sin efectos conceptuales y nunca seriamente fundamentada, que intenta ser remozada y consistida en este notable trabajo, con valores porcentuales a lo largo de la geografía nacional .
Hecho el exhaustivo inventario porcentual, sobre las reales posibilidades del "Peronismo no k" de efectivamente concretarse como espacio político electoral unificado y activo, el autor solo brinda como condiciones de posiblidad el peso relativo del kirchnerismo en el universo pan peronista , que según Burdman "luce menor que ayer" tras las PASO, y una pista por ahora del orden estrictamente retórico o voluntarista: "Se trata de un conjunto
heterogéneo, pero cuyos vasos comunicantes están en pleno desarrollo".
En una muy interesante reflexión sistemática soportada con datos , la mejor provista por los analistas de centro derecha vernácula -tan afectos a la saraza ideológica - sobre el resultado de las PASO y cuyo núcleo conceptual no compartimos, señala Burdman en Analytica:
1. En general, no fue una buena elección para los oficialismos, lo
que sugiere que hay insatisfacción económica de los votantes que se
reflejó en el comportamiento electoral. La fuerza relativa de los
oficialismos es una de las características de los ciclos
político-económicos positivos.
Estas elecciones, que deben leerse en
clave nacional pero también local, mostraron derrotas y desempeños
débiles para oficialismos de diversa índole: desde el FV bonaerense y
otras provincias de fuerte voto peronista, pasando por el PRO porteño y
el MPN neuquino (en el que la rama del gobernador perdió la interna).
Los oficialismos perdieron en el 42% de los distritos.
2. Aunque el kirchnerismo fue la fuerza más votada a nivel
nacional, sus resultados estuvieron por debajo de su potencial y se abre
una competencia con la segunda fuerza más votada, que emerge como la
principal ganadora de la elección: el peronismo no K. El
kirchnerismo y sus aliados lograron el 30% de los votos a nivel nacional
en la elección de diputados nacionales, si sumamos lo obtenido por el
Frente para la Victoria (26,3%), el Frente Cívico santiagueño (1,4%),
los justicialismos pampeano y salteño (1%) y el Partido de la Victoria
(0,3%). Queda con un caudal similar al de las elecciones legislativas de
2009, que fueron un shock para el gobierno en un marco de crisis
económica. Pero en 2013 hay dos grandes diferencias. La primera, es que
se obtienen resultados por debajo de su potencial, ya que los niveles de
aprobación e imagen positiva del kirchnerismo están por encima de sus
votos obtenidos. Esto sugiere un déficit en la estrategia electoral.
La
segunda, es que no hay reelección por delante, hay negociaciones de
sucesión, y una merma de poder electoral ahora sí puede verse traducida
en menos influencia para transitar lo que viene. Hoy, el peso relativo
del kirchnerismo dentro del amplio espacio pan-peronista luce menor que
ayer. El Peronismo no kirchnerista, con el 25,4% de los votos, resultó
ser la segunda fuerza más votada. Es lo que surge de la suma de los
votos obtenidos por el Frente Renovador bonaerense (13,5%), Unión por
la Libertad y el Trabajo (4,1%), Unión por Córdoba (2,5%), Compromiso
Federal (2,2%), FE (0,6%), Acción Chubutense (0,6%), Unidos por Misiones
(0,6%) y Popular Salteño (0,5%), además de otras expresiones del
justicialismo opositor en Jujuy, Catamarca, La Rioja y Santa Cruz que
suman, entre las cuatro, el 0,7% nacional. Se trata de un conjunto
heterogéneo, pero cuyos vasos comunicantes están en pleno desarrollo.
El
volumen que adquiere el conjunto a nivel nacional, el ascenso
específico de Massa en la provincia y la distensión del conflicto entre
kirchneristas y no kirchneristas sugiere que, aunque el espacio
pan-peronista no vaya a unificarse, su capacidad de generar liderazgos
se mantiene intacta.
3. Hacer internas es redituable. El Radical-Progresismo emerge
como la tercera fuerza más votada, gracias a unas flexible política de
alianzas provinciales, y donde no hizo internas no le fue tan bien.
El espacio radical-progresista se ha transformado en el más heterogéneo
de los tres bloques políticos que surgen del mapa de las PASO. Carece de
liderazgos nacionales, y es entendible ya que la UCR compitió, como
tal, solo en 5 de las 24 provincias: en el resto, lo hizo a través de
alianzas de base local con los socialistas, el GEN, la Coalición Cívica
y/o fuerzas provinciales. La suma de todas estas expresiones arroja un
24,1% a nivel nacional.
Sorprendieron, por esa razón, las duras declaraciones anti-PASO de
Margarita Stolbizer el día de la votación, criticando la reforma y
aclarando que su partido nunca la apoyó. El frentismo
radical-progresista es el espacio que mejor uso está realizando de esta
nueva herramienta electoral, que está funcionando bien y puede cambiar
la estructura del sistema de partidos. Tuvo competencia interna en 15
(62,5%) de los 24 distritos, mientras que el Frente para la Victoria
solo la tuvo en 8 (33%), y el peronismo no K, que participó en 18 de las
24 provincias, en 7 (38,9%). Tal vez, si hubiera tenido competencia
interna, al Frente Progresista Cívico y Social bonaerense le hubiera ido
mejor.
4. Massa protagonizó una revolución electoral bonaerense. De
acuerdo al escrutinio provisorio, el Frente Renovador obtuvo el 35,1%,
contra el 29,7% de los votos de la lista del Frente para la Victoria
encabezada por Martín Insaurralde. Pero en la Primera Sección electoral,
la lista del FR hace la diferencia: allí logra el 44,9% de los votos,
contra el 25,3% del FpV. Casi 20 puntos de diferencia, contra 5 del
agregado provincial. La Primera Sección, devenida en bastión massista,
representa el 34,7% del electorado provincial y comprende las zonas
norte y oeste del Conurbano, hasta Campana y Suipacha respectivamente.
En algunos partidos de la Primera Sección, el Frente Renovador hizo
excelentes elecciones: en Escobar obtuvo 49,9%, en Pilar 48,1%, en San
Martín 46,2%, en San Isidro 52,9%, en Malvinas Argentinas 57,9%, en San
Fernando 58,0% y en Tigre 63,9%.
La pequeña revolución electoral de
Massa fue haber construido, en esta Primera Sección, un nuevo electorado
subprovincial de clase media, capaz de ser la base de un triunfo
electoral. Rompiendo así con la teoría de que la única forma de vencer
en el principal distrito del país es respaldándose en la Tercera
Sección.
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