Veamos algunos brochazos del proceso de atomización más de cerca:
El FAP dividido entre quienes quieren incorporar a la UCR a sus filas
y quienes la rechazan por haber llevado al país a la crisis de 2001, al
tiempo que otra parte, por caso Tumini y Donda, plantean alianzas ya no
con la UCR, sino con el JP Morgan en la Coalición Cívica, encarnada en
la figura de Prat Gay.
En la Coalición Cívica a su vez, Alfonso es resistido por Elisa
Carrió, que prefiere esperar la apertura de las aguas del Mar Rojo e
iniciar en soledad el pasaje de la esclavitud K a la libertad
republicana.
El PRO de Mauricio Macri, no resuelve el irresoluble intríngulis de
cómo enfrentar una elección sin candidatos de fuste en el ochenta por
ciento del territorio nacional. Como estrategia de amortiguación de esta
orfandad piensan en llenar de Migueles del Seles las listas
bonaerenses, cordobesas, etc.
Esta estrategia es resistida por el primo intendente de Vicente
López, que ya advirtió que no tolerará transformar aún más al PRO en una
especie de Votando por un sueño.
La UCR tensionada por izquierda y derecha. Mientras la diputada (MC)
Silvana Giudici se incorpora al Gobierno de la CABA dando encarnadura
institucional al PRO radicalismo –sello de goma al que adhieren sin
firmeza el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, el de Pergamino,
Héctor “Cachi” Gutiérrez, el de Ramallo, Walter Santalla, el neuquino
“Pechi” Quiroga, y miran con cariño Oscar Aguad, Ernesto Sanz–, Ricardo
Alfonsín se acerca al FAP con parsimonia y ya señaló que la alianza con
el PRO no es viable.
Finalmente Francisco De Narváez, sin anclaje real y sólo sostenido en
sus glorias pasadas, muestra a todos el golazo que hizo en el año 2009
en tierras bonaerenses, recordando a viejos racinguistas, que frente a
la malaria actual evocan al gol de Cárdenas en 1967
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=V1HjiFuEuc0.
En fin, que lo que se observa en el horizonte 2013, no parece diferir
mucho del sistema de preferencias inaugurado en octubre de 2011: un
oficialismo unido y de gran volumen electoral, contra una oposición aún
más fragmentada que aquella que hace apenas 14 meses.
¿No es esto una
pena, estimados lectores de PERFIL?
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