4/01/2012

sobre los pibes chorros : ser joven




Más allá del discurso cavernario de la opo bancado por la corpo y sus "intelectuales orgánicos", cuya condensación más salvaje se observa en torno a las políticas sociales oficialistas en general y la AUH en particular, ciertamente, existen temas de gran complejidad que no parecen ser fácilmente abordables por ninguna perspectica teórica activa en los debates especializados.

El tema de los "pibes chorros" es uno, y nos resultaron interesantes reflexiones elaboradas por Sergio Tonkonoff que como perspectiva estuvieron presente en las jornadas sobre familias en riesgo en Mar del Plata . Este fragmento de las mismas queremos compartir: 

Sucede que ser “legítimamente” joven en las sociedades contemporáneas se encuentra en estrecha relación con el acceso a determinadas actitudes, actividades, espacios y consumos. La ropa, la música, las dietas, los sitios frecuentados, el uso del tiempo libre, producidos y/o capturados por la lógica impenitente del mercado, configuran signos y rituales de un tipo de identidad juvenil que ha logrado aparecer frente al conjunto de la sociedad como la suma de lo anhelado. 

Es éste un “ser joven” a la medida de nuestro ethos epocal: post-histórico, desencantado e impasible.

Un ser joven a la sazón apático, acrítico, despolitizado, individualista y bello. Ajeno al futuro y al pasado, habitante pragmático de la dimensión sin espesor del tiempo posmoderno. Un modelo que tiende a constituirse en el doble deseable de la sociedad en su conjunto.

Si esto es cierto, hay que reconocer que el mandato social que este modelo hegemónico implica pesa también sobre los excluidos. Así, fuera o en los márgenes del mercado laboral y del sistema de educación formal, sin otro lugar que el del ocio forzado, los miembros biológicamente jóvenes de los sectores populares urbanos no tienen más remedio que ser también socialmente jóvenes. 

Allí deben pugnar por construir una identidad con los elementos capaces de significarlos de un modo positivo: los bienes de consumo. Sólo que deben hacerlo (¿cómo podría ser de otro modo?) por medio de la combinación de “satisfactores” a su alcance. Entonces algunos entre ellos pugnan con tal vehemencia por hacerse de los atributos de lo joven hegemónico que llegan a transgredir la ley para lograrlo. 

Culturalmente incluidos y socialmente expulsados, incursionan en el robo o en el “narcomenudeo” procurando la identidad que les está negada. Es decir, buscan, tenaz e infructuosamente, ser legítimamente jóvenes.

Es este el punto, digámoslo una vez más, en el que el sistema penal suele intervenir fijando la oscilación juvenil del lado del delito; cristalizando la identidad que, según declara, quisiera diluir.

Si esta operación se muestra no sólo infructuosa, sino también contraproducente ¿qué hacer entonces?. Tal vez no sepamos, todavía, que tipo de reacción social y que tipo de políticas estatales convendría promover frente al delito de los jóvenes. Podemos sospechar, sin embrago, que las soluciones se encuentran más cerca de la multiplicación de oportunidades legitimas para ellos (trabajos bien remunerados, educación calificada, ocio de calidad) que de su encarcelamiento. 

O para ser más exactos: no sabemos si la multiplicación de las oportunidades legítimas resuelve el problema de la delincuencia popular juvenil. Lo que parece seguro es que su criminalización no lo hace.


En fin : Desde el punto de vista probabilístico, y tal como se escucha en el video, esto es así, nunca va a cambiar...

3 comentarios:

Capitán Yáñez dijo...

Todo adulto que se refiere a "los jóvenes" como "ellos"... no es más que un "adulto" que se considera a sí mismo... haber nacido "adulto". Su opinión, por lo tanto, es completamente descartable.

Alejandro dijo...

No hay ninguna opinión descartable Yañez. Perdoneme, pero el comentario es un ¿bello? sofisma para no decir nada.

Tengo 55 años y no decir "ellos" sería ponerme en una vereda que no es la mía "ya". No "nunca fue". Por supuesto lo más característico de tu comentario es tu opinión sobre la opinión ajena. Es una pista bastante firme para darse cuenta cual es tu actitud ante la palabra de los que no piensan como vos.

Yendo al tema en si, tanto los que solo creen en la criminalización, como los que elaboran intrincadas y poéticas "narrativas" sobre los efectos de la lumpenización, adoptan la postura más cómoda y confluyen en un mismo hacer: NADA.

Se tardó 38 años desde Celestino Rodrigo para acá en destruir un pais de casi pleno empleo (empleo, por si no se comprendió), un pais de obreros comprometidos con su realidad social, un pais que discutía con Brasil con enormes ventajas de base, a lo que todavía es hoy: generaciones de jóvenes que crecieron al lado de adultos lúmpenes y derrotados.

Se tardará otro tanto en recomponer el orgullo de ser "parte de". El tema es que hay que empezar alguna vez

Ricardo dijo...

Qué poético! Quebrar la ley para conseguir los símbolos!
Eso puede ser válido para un arrebatador, pero los casos alos que todo el mundo se refiere son pibes que te pueden volar la cabeza por tu celular, que pueden torturar a una parejita de jubilados para que confiesen en que lata guardaron el aguinaldo, que pueden meterle un revolver en la boca a un bebé. Y que dudo que con o sin encarcelamiento cambien en lo más mínimo.
Solo cabe diseñar un sistema penal que haga que pasen el 9o% del resto de su vida separados del resto de la gente.
Las políticas de inclusión son para los que aún no salieron de caño. Después es tarde.